“Mi trabajo hoy por hoy es un desafío con la pandemia”

Cada 21 de febrero es una fecha para agradecer por la valiosa tarea que cumplen los médicos ecuatorianos en nuestro país. Laboratorios LIFE decide rendirles homenaje con un testimonio que afiance la pasión por esta carrera y los lleve a superarse más.

 

Mi nombre es Miguel Chun Sang, soy médico, tengo 51 años y aunque nací en Milagro, mi vida se desarrolla ahora en Guayaquil. Mis estudios los cursé en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG). En mis inicios fui médico residente del Hospital Militar y me enviaron en comisión de servicios a Buenos Aires, Argentina, para hacer la especialidad como intensivista.

¿Por qué escogí esta carrera?

No sé realmente…Tal vez influyó mi madre que siempre quiso ser algo de la rama médica, pero ella por ser mujer y por recursos económicos, no pudo. Pero la especialidad sí fue mi decisión. Me gustó siempre lo difícil y el reto de recuperar pacientes severamente enfermos. Además de eso, me gustan los aparatos y la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) está llena de ellos.  

De ahí que nunca se me pasó por la cabeza abandonar esta carrera. Al hacer la especialidad, alguna vez me planteé optar por otra cosa, pero dejar de ser médico, eso no.

Mi trabajo hoy por hoy es todo un desafío con la pandemia. Hay que superar tus propios miedos a contaminarte y contaminar a tu familia. Hay que hacer a un lado la frustración de estar viendo siempre la misma patología, endurar el espíritu para hablar con las familias y decirles que su paciente no va a lograrlo. Y esto es todos los días.

Claro que el tener que ver cuadros así de delicados a diario es estresante, pero para eso estudiamos. Para lo que no estudiamos es para ver tanto dolor y desesperación y al mismo tiempo, tanta inconciencia en la población, tanta desidia.

En mi caso, contraje la COVID-19 en junio del 2020. El peor momento de la enfermedad fue cuando sentí que ya no era capaz de respirar. Entonces sabía que tenía que intubarme y ventilarme. Eso significa que es cara o sello, 50% de salir vivo o muerto.

Tras este episodio, quedé con dos rezagos: déficit de memoria inmediata y parestesias en el brazo derecho, es decir, una sensación anómala de adormecimiento y dolor.

Por todo esto, la mayor de mis satisfacciones es el saber que transmito mi conocimiento a mis estudiantes y residentes. Todo sirvió para que en el momento en que estuve grave, eso se revierta en mí. Estoy aquí de vuelta de la mano de los que fueron mis alumnos, mis residentes y hoy mis colegas en esta especialidad.

Como docente comencé hace mucho en la UCSG. Gustavo Noboa me firmó mi primer contrato de trabajo. Esto fue en 1990 como ayudante de cátedra de farmacología. Actualmente soy profesor de medicina interna y de postgrado de Gineco Obstetricia. También doy clases de postgrado de Medicina Crítica en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). Como médico laboro en el Hospital Universitario y Clínica Panamericana de Guayaquil

Mi esposa es enfermera y sacamos adelante a nuestros dos hijos: un varón de 6 y una mujer de 4 años.

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